Oraciones Para Una Amiga Especial

¡Oh Magnificado Dios Padre! Me rindo ante ti arrodillado en esta hora aciaga, porque deseo que intercedas para proteger y salvaguardar la relación de amistad que tengo con mi novia(a) (se dice el nombre de la persona) durante tantos años.

También te suplico tu protección, para que con tu magnánimo poder le calmes la soberbia y la desconfianza que mantiene hacia mí, que lo único que hago es pensar en su estabilidad física y espiritual y desearle siempre que la ampares de las mentiras y calumnias, con las que pretenden separarnos.

¡Bendito y Benevolente Padre Amado! Te imploro me escuches, que prestes atención a mi ruego y protejas a mi amiga, que ha sido debilitada por tantas difamaciones en su contra de personas envidiosas que siempre han deseado que se acabe nuestra amistad tan hermosa.

¡Oh Amado Padre Celestial No la dejes desfallecer. La angustia y la inseguridad le han hecho mucho daño y solo espero de tu apoyo en estos momentos de desesperación, que atormentan sus días y no la dejan conciliar el sueño.

Reconozco que no soy un amigo perfecto y que soy pecador, pero hoy mi arrepentimiento es sincero y solo busco reestablecer esta amistad que tanta alegría me ha brindado cuando nos acompañamos y apoyamos. Bendito y Amado Padre, concédeme esta suplica, pues sé que para ti nada es imposible. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Soldado y Protector de los Angustiados! Por mi forma de ser, tan cruda, irreverente, desproporcionada y sarcástica, mi gran amiga se ha vuelto muy indiferente y me ha dado la espalda; ahora y hasta con justa razón, se niega a buscarme, a pesar de tantos años vividos y compartidos juntos en nuestras vivencias.

Ante esta realidad, y a quien aprecio sobremanera, solo me queda suplicarte Excelentísimo Padre Amado, que esa amiga me busque y podamos restablecer nuestra valiosa amistad, pues aun a pesar de mis errores, sabes que nunca he tenido la intensión de dañarla ni malograrla. Al contrario, siempre he tratado de hacerle ver la vida con los pies bien puestos sobre la tierra, sin romanticismos ni sentimentalismo.

Pero al parecer, ella no lo interpreta de esa forma. Al parecer, con mis palabras siento que hiero sus sentimientos en vez de animarla y hacer que se sienta mejor. A veces pienso que soy yo quien no se ha adaptado a su juventud irreverente, poco centrada en el amor, en la ética, en el respeto, en la solidaridad y en la compasión hacia el prójimo.

Siento también por momentos que no encajo en su vida ni en sus ideas por mi forma de ser y de pensar, debido a que tengo una edad más avanzada. Yo que me siento un viejo prematuro, intuyo como si eso le molestara, pues no termina de asimilarme y de entender que yo para ella lo único que deseo es el bien. ¿Qué debo hacer Padre mío para sentirme aceptado mi amiga?

Aunque a veces el orgullo es propio de los seres humanos, yo te pido Amado Padre, que (se dice el nombre de la amiga(o)) me busque, que platique conmigo, pues soy tolerante ante todas sus quejas, alegrías, problemas, y mis oídos están dispuesto a escucharla con cariño y complacencia, como tú me lo has enseñado en las Sagradas Escrituras, por medio de tu hijo Amado Jesucristo. Por los siglos de los siglos. Amén.

En las noches, cuando la soledad de la noche me hace compañía, reflexiono sobre la vida y la amistad. Ahí, en ese instante, me viene a la mente la imagen de (se dice el nombre de la amiga), esa amiga que un día decidió partir buscando un mejor futuro, llevándose hermosos recuerdos de la juventud, que aun hoy no han desaparecido de mi mente.

¡Oh Amado Padre Jesucristo! Desearía volverla a ver. Por eso acudo a tu sagrada misericordia y me permitas volver a compartir con esa amiga inolvidable que tantas huellas ha dejado al pasar por mi vida. Si tan solo se dignara llamarme para recordar viejos tiempos.

Pero sobre todo para saber que se encuentra bien y que es dichosamente feliz, pues su decisión de marcharse, aunque ciertamente me sorprendió, dejó un gran vacío en el alma porque amigas como ella no se encuentra a la vuelta de la esquina. Esas amigas son muy especiales en nuestras vidas.

¿Cómo hacer para localizarla y decirle que soy su amigo de forma incondicional y que nunca me he olvidado de su amistad, de su apoyo, de sus regaños, de sus pesares? No lo sé Amadísimo Jesús… Hazme la caridad del reencuentro.

Amadísimo y Venerado por siempre Jesucristo. Por favor, señálale el camino para que nuestra amistad se reencuentre y haz que (se dice el nombre de la amiga) vuelva a serla misma de antes para compartir y apoyarnos como siempre lo hicimos en el pasado.

Donde quiera que se encuentre, solo deseo que se esté sana y feliz. Si no es así, dámele consuelo Padre Amado a (se dice el nombre de la amiga) y aligera este reencuentro para poder conversar plácidamente sobre la vida antes del ocaso terrenal. Permite que, en ese momento, tus bendiciones la colmen, en caso de que lo requiere. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Glorificado Dios Padre!, Tu que eres el Dios de todos los Dios y el amor es tu característica más hermosa, hoy quiero pedirte que colmes de bendiciones y protejas a mi buena amiga, quien decidió emigrar de mi país, y no sabemos nada de ella.

Bríndale la protección necesaria. También a sus amados hijos. Resguárdalos Dios Bendito, donde quiera que estén. Hazle saber que tú estás de su lado, orientándola y resguardándola. Permite que en sus caminos se encuentre con gente generosa que la reciban y les brinden lo necesario, para que viva con dignidad y respecto ante ti.

Con sincera fe, hoy de nuevo Padre Misericordioso te suplico tu protección para esa amiga del alma. No me la abandones Padre. Ponle a su lado a Jesús para que la guie y ampare en tu nombre. Bendícela junto a todos sus hijos y acompáñala en su soledad. Por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Nuestro, en bondadosas y sagradas manos pongo a mi amiga (decir su nombre) pues solo tú conoces las necesidades y preocupaciones que merodean en su mente. Ayúdala por favor, no la desampares Amado Jesús. Las puertas que hoy tiene cerradas, apertúralas para que su existencia sea aún mejor y más plena, y que todo aquello que desea su corazón no tarde en verlo.

A esa amiga, Amantísimo Padre, yo la quiero mucho, por eso, en esta hora tan especial y bajo tu amparo quiero d para quejarla en tus manos para que nunca me la desampares en esos momentos de angustia. Bendícela siempre y aléjala en todo instante de los peligros de la gente murmuradora, envidiosa, malintencionada, quienes solo buscan quitarle la paz espiritual y la estabilidad.

Cúbrela con tu manto, también a su familia, a su trabajo; proporciónales el sustento diario, abre sus senderos y aléjala permite que la abundancia llegue hasta su vida en su máximo esplendor.

Escucha mi lamento Padre Bueno, tú sabes lo que le preocupa; sabes lo que llora y a que le teme; por eso llénala de paz y amor en estas horas aciagas. Gracias Dios Padre Bendito, porque cuando tú le das la bendición a ella también me bendices a mí. Y acompáñala siempre para que tu luz sea el faro que le ilumine su vida. ¡Así sea! Por los siglos de los siglos. Amén.