Salmos Para El Ayuno

En esta ocasión, hemos preparado un listado de Salmos para el Ayuno, cuyo contenido es de suma importancia para fortalecer la vida espiritual de cada creyente cristiano y católico. Dios quiere hablarte en este momento a través de estos textos bíblicos sobre el ayuno.

Hoy estos salmos son perfectos para emprender cualquier oración. De hecho, se rezan al terminar un ayuno y se concluye con una palabra de bendición. Recordemos que el verdadero ayuno que cautiva a Dios es aquel que se hace fervientemente, pero humillados antes su presencia.

Índice
  1. Salmos para el Ayuno
    1. Salmos 8:1a, b
    2. Salmo 24.
    3. Salmo 96
    4. Salmos 34:14
    5. Salmos 103:1-3
    6. Salmos 55:16-18
    7. Salmo 57: 1-3
    8. Salmo 100:1-4
    9. Salmo 143:8
    10. Salmos 55:22
  2. Salmos Para el Ayuno y el Encuentro con Nuestro Dios Padre

Salmos para el Ayuno

Salmos para el Ayuno

Salmos 8:1a, b

“¡Oh Señor, Señor nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra, que has desplegado tu gloria sobre los cielos!”

Aquí en este Salmo se ofrece una declaración de alabanza. Aquí se presta atención a la grandeza de nuestro Dios Padre. Su gloria es evidente por su maravillosa creación. La atención también se enfoca en los “cielos” y “la luna y las estrellas” de nuestro Dios Padre.

Cuando David dice expresa que son "obra de tus dedos" (8:3), nos muestra la implicación directa de nuestro Dios Padre con su creación. Por eso su grandeza se puede palpar y ser admirada en su maravilloso universo, creado para que nos deleitáramos con su hermosura y la majestuosidad de su poder.

Salmo 24.

“¡Puertas, levanten sus dinteles, elévense, portones eternos y que pase el Rey de la gloria! ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es Yahvé, Dios de los ejércitos, él es el Rey de la Gloria”.

El pueblo israelí, a través del salmista, recuerda la promesa del Señor al Rey David; pero la fe de Israel no se extinguió, mantuvo su esperanza en el rey proclamado a David. No es extraño que los magos preguntaran en esa época: “¿Dónde está el rey de los judíos?” Natanael ya lo sabía, al exclamar “Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.”

Siglos después, en Jerusalén, Jesús da una contundente respuesta a Poncio Pilato: “Lo dices tú: yo soy Rey”. Y para ratificarlo en la historia pusieron en la cruz este título: “Jesús el Nazareno, Rey de los judíos.”

Los salmos reales al principio cantaban la realeza de David, Salomón y de los reyes del pueblo de Israel. Pero con la eliminación de la monarquía alababan a Yahvé Rey, y finalmente, al Cristo Rey. A lo que el salmista con gozo le cantó: “¡El Señor siempre reina! Alégrense todos los hijos de la tierra, regocíjense las islas incontables.”

Salmos para el Ayuno

Salmo 96

“Gloria del Señor, rey de justicia. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.  Tiniebla y nube lo rodea, justicia y derecho sostienen su trono. Delante de él avanza el fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece.”

Los Salmos para el Ayuno se centran en la esperanza y la confianza. Todos nos alegramos, en cualquier parte del mundo. Pero delante de su Reino transita la llama del fuego que extermina a los enemigos, mientras que los relámpagos proporcionan luces a toda la humanidad, que se estremece ante su amor y sabiduría.

Salmos 34:14

“Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.”

Tal y como lo señalan estos Salmos para el Ayuno, para lograr la paz que tanto necesitamos, definitivamente hay que alejarse del mal, porque es como una bacteria, que, si no se ataca, contamina todo el cuerpo y mata.

El mal, promovido por Satanás, el Ángel enemigo que se reveló contra nuestro Dios, no le conviene a nadie porque nos trae calamidades, tristezas, angustias y mucha desolación en nuestras almas. La Paz es lo contrario.

Es un estado de crecimiento, de armonía, de regocijo, de progreso, de serenidad, en fin, de perpetua calma cuando nos aferramos a nuestro Dios Padre. Solo la paz debemos seguir y fomentar en nuestras comunidades para alcanzar el bienestar colectivo.

Salmos para el Ayuno

Salmos 103:1-3

“Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias.”

Dios siempre otorga a sus hijos sanidad espiritual y corporal. Nuestra alma se remoza si nos encaminamos en función de las bondades y bendiciones que nuestro Dios Padre nos ha dado. Bueno es siempre recordar todo lo que nuestro Dios Padre ha hecho por todos nosotros, aunque nos encontremos en medio de calamidades o dificultades.

Tengamos siempre presente que nuestro Dios Padre Misericordioso nos regaló vida eterna. Nos concedió el perdón de todos nuestros pecados y nos bendijo con la sanidad de todas nuestras dolencias, tanto las del cuerpo como las del espíritu, porque el poder y el amor de Dios es ilimitado.

Salmos 55:16-18

“Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me preservará. Mañana, tarde y noche suplico angustiado, y él me escucha. Aunque son muchos quienes me combaten, él me rescata, me salva la vida en la guerra que se libra en contra de mí.”

Hay momentos en los que no nos acordamos de clamar a Dios en medio de nuestras preocupaciones o dificultades. Nos cegamos ante las amenazas que nos rodean y por la magnitud de los problemas. Sin embargo, siempre que clamamos a Dios él nos escucha y pasa a la acción.

Puede ser que en el momento de una enfermedad o de la guerra que nos acecha, no nos libere y la domine por completo, pero siempre nos bendice con la paz que requerimos, dándonos una nueva perspectiva de la realidad que vivimos. Estos Salmos para el Ayuno, nos recuerdan que nuestras vidas está en sus manos y en nuestro amado Dios Padre y su hijo amado Jesucristo tenemos nuestra salvación eterna.

Salmos para el Ayuno

Salmo 57: 1-3

“Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que me favorece. Él enviará desde los cielos, y me salvará De la infamia del que me acosa.”

Se conoce este Salmo 57 como un “Mictam” o himno cantado por el Rey David, durante su huida del Rey Saul a una cueva. Este hermoso poema nos revela e instruye en como nuestro Dios Padre resguarda y salva a sus siervos y les concede la libertad de todas sus angustias.

Salmo 100:1-4

“Cantad Alegre a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanzas; alabadle, bendecid su nombre.”

En este caso el Salmista nos anima a tener en nuestro corazón al Dios Padre, a penetrar en su reino, pero siempre agradeciéndole por todo lo que nos ha dado, como habitante de la tierra; pero hay que hacerlo con mucha alegría, porque somos su rebaño, sus ovejas y lo debemos hacer sirviéndole en cualquier lugar, alabando su nombre y bendiciéndolo con mucha fe.

La acción de gracias a Dios no es algo privado entre él y nosotros. Es relevante manifestarla ante los demás y, principalmente, cuando estamos reunidos con nuestros hermanos en la fe. Este es un privilegio al poder acercarnos a nuestra Iglesia para alabar con motivación a nuestro Dios Padre todos juntos y compartir lo que Él concibe en nuestras vidas.

Nuestras pruebas y expresiones de agradecimiento a Dios pueden centrarse en el ánimo y edificación para otros. No seamos temerosos al decirle a Dios Padre nuestro amor y agradecimiento infinito por sus infinitas bondades.

Salmos para el Ayuno

Salmo 143:8

“Por las mañanas, hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el sendero que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.”

Solo con despertarte y abrir los ojos en las mañanas para contemplar y disfrutar la belleza de la vida, nuestro Dios Padre ya te está demostrando su gran amor. Por ello debemos agradecerle todos los días. ¿Qué más prueba de amor quieres? ¿Acaso no es suficiente para que confiemos en su grandeza? Y, aun así, en medio de nuestras tribulaciones diarias, le suplicamos que nos señale el sendero a seguir para aliviar nuestras almas, cuando la confusión y las incertidumbres nos acechan.

Salmos 55:22

“Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre.”

Si tu espíritu es temeroso de la ira de nuestro Dios Padre, y eres fiel cumplidor de sus mandatos, deja en sus manos todas tus preocupaciones y angustias, tus problemas y calamidades, porque Él no te abandonará, al contrario, te servirá de apoyo y no permitirá que claudiques en tus buenos propósitos o te sientas destruido y sin fuerzas para seguir luchando. Allí, a tu lado siempre estará guiándote, porque su amor lo ha demostrado siempre hasta en los momentos más difíciles.

Salmos Para el Ayuno y el Encuentro con Nuestro Dios Padre

Salmos para el Ayuno

Sin duda alguna, el tema del ayuno en la Biblia es muy amplio, pero creemos que estas narraciones bíblicas, además de necesarias, te ayudarán a mejorar tu comunión con Dios. Ayunar no es nada sencillo, porque nuestra carne no lo desea, no lo pide; sin embargo, a veces tenemos que someternos a este proceso y las recompensas espirituales de nuestro Dios Padre pronto se verán a su tiempo. Por eso, estas citas bíblicas serán de gran bendición durante el ayuno.

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