Oraciones Para Hacer Ayuno

¡Oh Glorioso Señor Nuestro! Cuán grande y glorioso es tu santo nombre en toda la inmensidad de nuestra tierra, al extremo de que has extendido toda tu gloria sobre el firmamento celestial. Y hoy que me siento triste por todo el daño que le hemos infringido, invoco tu nombre para hacer un ayuno sincero por su regeneración y protección.

Estas Oraciones para Hacer Ayuno, me brotan del corazón y las asumo como una declaración de alabanza a toda tu gloria y misericordia. Por ello, Dios Padre debemos prestar atención a tu grandeza, porque tu gloria es evidente en cada rincón del universo gracias a tu maravillosa creación.

¡Oh Magnánimo y Glorioso Dios Padre! Hoy quiero enfocar este ayuno para la preservación de nuestra tierra, de los cielos, la naturaleza, la luna, las estrellas, y todo aquello que nos ha regalado nuestro amado Dios Padre para vivirla y disfrutarla sin perjudicar su hermosura.

Ciertamente son «obra de tus dedos» como lo dice el Rey David en las Sagradas Escrituras (Salmo 8:1a, b), lo que nos demuestra tu implicación directa con su creación. Por eso tu grandeza la podemos palpar y admirar en su maravilloso esplendor, creado por ti para que nos deleitemos con su hermosura y su inmenso poder. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Amantísimo Dios Misericordioso! Hoy que he decidido hacer este ayuno por tu magnificente gloria, recuerdo cuando el salmista pregonaba y argumentaba levantar los dinteles de las puertas y de los portones eternos para darle paso al Dios eterno, al rey de la gloria y Dios de los ejércitos divinos.

Hoy podemos recordar la promesa del Dios Padre al Rey David, cuando en su Salmo 24; exalta la fe de su pueblo que no se extinguió y mantuvo la esperanza en tu mesías, que hizo preguntar a los magos en esa época: ¿Dónde se encuentra el rey de los judíos?  y a Natanael exclamar “Rabbí, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey del pueblo de Israel.”

¡Oh Dios Misericordioso y Aclamado en el Universo! En este ayuno tampoco puedo obviar cuando nuestro Amado Jesús le dio a Pilato aquella contundente respuesta cuando lo interrogó antes de ser crucificado: “Lo dices tú: yo soy Rey”. Y para dejarlo plasmado en la historia pusieron en la cruz el título: “Jesús el Nazareno, Rey de los judíos.”

¡Oh Amado Padre! Este ayuno es por tu inmensa gloria, de la que estoy prendido y me llevan a cantar alabanzas, como lo hicieron Salomón, David y otros salmistas del pueblo de Israel. Ya sea a Dios, a Jehová, a Yahvé y finalmente, al Cristo Rey, debemos alabarles con respeto. Y este ayuno es para ratificar mi amor ti. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Sempiterno y Misericordioso Dios Padre Celestial! Gloria de nuestro Amado Señor y Rey de justicia. Hoy te clamo por esperanza y confianza para seguir estable y apegado a tu voluntad. Por eso hoy emprendo este ayuno, seguro de que tu amantísimo Señor reinas por siempre y la tierra goza, alegrándose las islas innumerables.

¡Misericordioso Dios Padre! Las tinieblas y las nubes te rodean, pero la justicia y el justo derecho sostienen su trono celestial. Pues delante de ti avanza el fuego, arrasando a todos los enemigos; y sus truenos encandilan el orbe, estremeciendo sus cimientos en la tierra.

La necesidad de hacer este ayuno y exclamar esta oración se concentra en fortalecer la esperanza y la confianza en mi corazón. Todos nos alegramos por tu esplendorosa grandeza en cualquier parte del mundo.

¡Misericordioso Dios Padre Creador de la Tierra! Delante de tu inobjetable reino transita la llamarada ardiente del fuego que extermina a los enemigos, mientras que los truenos y rayos proporcionan luces y clarividencia a toda la humanidad, cuyos hijos e hijas amados se estremecen ante tu amor y sabiduría. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Benevolente y Omnipotente Dios Padre Amado! Con esta sencilla plegaria para hacer un ayuno, quiero pedirte que apartes el mal de mi camino y me ayudes a actuar en nombre del bien. Enséñame a buscar la paz, especialmente la familiar, para vivir en armonía y alegría.

Milagroso Dios Padre, bien sabes que deseo lograr la paz y que, en verdad, definitivamente hay que alejarse del mal, de la envidia, de las malas intenciones, porque eso es como una bacteria, que, si no se ataca y se destruye a tiempo, contamina todo el cuerpo y nos mata tanto física como espiritualmente.

Protege a mi amada familia. Dámele paz y prosperidad. No permita que el mal promovido por Satanás, el Ángel enemigo que se reveló contra nuestro Dios, nos alcance en nuestras vidas, pues eso no le conviene a nadie porque nos trae calamidades, tristezas, angustias y mucha desolación en nuestras almas.

Bendecido y Bienamado Señor Padre, concédenos tiempos de regocijo, de progreso, de serenidad, en fin, de perpetua calma para aferrarnos a ti y alabarte por siempre en familia y en cualquier entorno. Porque bien sabes, que solo la paz debemos seguir y fomentar en nuestras comunidades para alcanzar el bienestar colectivo, gracias a tus enseñanzas, leyes y mandamientos. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Benevolente y Omnipotente Dios Padre Amado! Hoy que me presto a hacer este ayuno por la salud de todos los enfermos a los que año, mi alma te alaba y clamo a mi Señor Jesucristo para que santifique todo mi cuerpo en tu santo nombre.

Te alabo inmensamente Señor Padre y amado Jesucristo, y te pido por la paz de mi alma, que solo desea que tu atención, porque venerarte es poder contar con tus promesas y bendiciones. Tu nos perdona todos nuestros pecados y sanas todas nuestras dolencias.

Amado Dios Padre, como bien lo dice el salmista (103:1-3), tú siempre les otorga a tus hijos sanidad espiritual y corporal. Nuestra alma se remoza si nos encaminamos en función de tus bondades y bendiciones, las que nos obsequias sin distinciones ni discriminaciones, porque todos somos tus amados hijos.

Hoy, en este ayuno, recuerdo lo que has hecho por nosotros, aunque nos encontremos en medio de calamidades o dificultades; además siempre tengo presente que Tú, Dios Padre Misericordioso, nos regalaste la vida eterna y nos concediste el perdón de todos nuestros pecados y la bendición, para librarnos de todos nuestros padecimientos físicos y espirituales, porque tu poder y amor es ilimitado. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Amado Dios Padre Omnipotente y Magnánimo! En este instante de ayuno, y por medio de esta sencilla plegaria, quiero clamarte para que me preserves de las angustias y depresiones funestas que me agobian. Mañana, tarde y noche te suplico y estoy seguro que me escucha.

Aunque son muchos quienes me combaten, tú me rescatas de ese estado, me salvas la vida en esta lucha que se libra en contra de mí. Por momentos, nos olvidamos de clamarte en medio de nuestras preocupaciones o dificultades. Nos cegamos ante las amenazas que nos rodean y por la magnitud de los problemas. Que tú estás allí pendiente de nosotros.

¡Venerado Dios Padre Benevolente! Sabemos que, siempre que te clamamos a nos escuchas y el tiempo nos muestra tu inmensa misericordia, en el momento menos pensado, en el tiempo justo, cuando rogamos por algún mal que nos acecha, tus nos libera y lo controlas por completo.

Bendícenos siempre con la paz que requerimos, dándonos una nueva perspectiva de la realidad que vivimos. Estas Oraciones para el Ayuno, la hago en tu santo nombre y nos recuerdan que nuestras vidas está en tus manos Amado Dios Padre y tu hijo amado Jesucristo sentado a tu diestra nos cobija y perdona nuestros pecados para nuestra salvación eterna. Por los siglos de los siglos. Amén.