Oraciones a San Deshacedor

¡Oh Poderoso y Bondadoso San Deshacedor!, Vigoroso espíritu repleto de justicia y amor, tú que controlas la envidia y la maldad y no abandonas a quienes te admiran y te veneran.

Hoy he decidido acudir a tus pies humildemente para rogarte que me otorgues el permiso tan deseado, con el fin de poder encenderte una vela que ahora sostengo en mis manos, para que me protejas de todos esos enemigos que pretenden hacerme algún daño, bien sea mujer o hombre.

¡Oh Amado Espíritu San Deshacedor! A ti, que has sido dueño y Señor contra todos los males y las injusticias mundanas, ahora te imploro con todo mi maltratado corazón, que me protejas fuertemente y purifiques mi dulce hogar, en el nombre de nuestro Dios Padre y toda su corte celestial.

¡Oh Bendecido y Amantísimo San Deshacedor! Solo espero que mediante estas sencillas oraciones benditas pueda convocar a mis enemigos y que ellos acudan todos mansos a mis pies, como lo hizo nuestro amado Jesucristo cuando fue a los pies de Poncio Pilatos.

Por ello, te ruego que no permitas que me llegue o me alcance el despreciado odio, la maldad, la malsana envidia, los malos pensamientos en contra de mi dulce hogar. Aleja Amado San Deshacedor cualquier objeto o influencia maligna que represente alta peligrosidad en mi vida, en mi familia y en mi hogar. Amén.

¡Oh Grandioso y Bondadoso San Deshacedor! Santo de lo desconocido y de lo maligno que nos cubre con su manto protector: tú que casi todo lo puedes, hoy te ruego que te encargues de mis males y de mis enemigos que a diario pululan en mi entorno, llenándolo de malas energías.

Desesperado y con mucho temor en mi alma, he decidido buscar una vela de color rojo, como a ti te gusta, para encendértela por siete días seguidos y así poder buscarte y suplicarte que metas tus manos por el bien de mi vida, de mi hogar y la de mi familia, resguardándome de la maldad.

Con mucha fe y esperanza en ti, necesito tu poder y para deshacer en los espacios internos y externos de mi casa todo mal que en él se halle perturbando nuestra felicidad, impidiendo nuestra armonía familiar y obstaculizando la prosperidad tanto para mi como para mi pareja.

Solo te pido que mi hogar, que es el templo sagrado de mi esposa(o) y mis hijos e hijas, lo conviertas en un santuario donde reine el bien, y aquel que pretenda robar algo de mi hogar, que esa idea delincuencial se le desvanezca  y se arrepienta. San Deshacedor, aniquila todas esas ideas de esos enemigos sobre mi hogar y mi persona. Amén.

¡Oh Eterno y Santificado Padre Nuestro!, En esta hora de angustia hemos decidido acercarnos a tu altar y de hinojos, como tus hijos creyentes y fieles, orarte con humildes súplicas que brotan de nuestro corazón; ya que en nuestra  familia hay crisis por todos los rincones. Y eso nos abruma en demasía..

¡Bendito y Sacrosanto San Deshacedor! Espíritu bondadoso y lleno de virtudes inimaginable, los problemas nos atormentan en nuestro hogar, ay que enfrentamos inconveniente de salud física, de necesidades emocionales y espirituales, además de dificultades interpersonales.

De paso ¡Oh Benefactor y Sacrosanto Espíritu San Deshacedor! Muchos han sido los problemas que son hoy causados o producidos por nuestras propias  restricciones y fallas, apatías y pecaminosidad, por lo que te rogamos y te pedimos humildemente que nos regales tu perdón sincero.

De igual forma, y convencidos de nuestra firmeza, te solicitamos el perdón  por todos nuestros pecados y de nuestros ancestros, cuyos fallas nos han dejado marcado en la familia, como si fuesen tendencias no codiciadas, modelos de conducta y defectos en nuestro cuerpo, mente y espíritu. Te lo suplicamos. Amén

¡Oh, poderoso San Deshacedor! Justiciero implacable contra la maldad y la envidia, hoy vengo humillado a tus pies para pedirte permiso y asi poder voltear esta vela roja que te ofrezco en contra de mis enemigos para que se le deshagan sus planes malévolos.

También para que mis contrarios, ya sean hombre o mujer, desistan de sus malas intenciones en contra de mi persona o de mi casa, y de todo lo que me pertenezca.  Cúranos y libéranos ¡Oh Amado Señor!, de todos esos trastornos anteriormente mencionados.

¡Oh Glorioso y Protector San Deshacedor de mis días! Tú que para mi eres un ídolo contra todos los males y las injusticias mundanas, hoy como he venido yo, solo quiero contemplar a todos mis enemigos y contrarios: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Porque con estas tres benditas palabras, he de llamar a mis enemigos para que se presenten ante mi humillados, como fue dominado el mismo Satanás a los pies de San Miguel Arcángel, quien lo protegió de las garras del infierno. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh amadísimo y Venerado San Deshacedor! Las malas vibras e intenciones malsanas en mi contra me acechan y pueden alcanzar los espacios de mi hogar. No permitas que lo logren. Edifica una pared, un muro invisible y protector que los aleje de mi lado.

Procura que ojos posean y no me detecten en ningún lado; que corazón tengan y se conviertan en sus propios prisioneros, cuyos sentidos no me capten ni me sientan; que sus oídos no me oigan, y que sus míseras manos no me toquen, ni sus pies me alcancen. Impide que sus cuchillos no me corten, tampoco sus armas de fuego me disparen, y que se les colme la boca de agua sin que me hablen.

¡Oh Benevolente y Sagrado San Deshacedor! Solo te suplicó ardientemente, que difuminé de mi casa todo lo malo que en ella se halle transformándolo en la nada; que todo aquel que intente disponer de algo que me pertenece, sus planes se le deshagan y se arrepienta al instante.

¡Oh Santo de gran Fuerza y Poderío Celestial!, A todos esos espíritus malignos que me acechan a cada momento por envidia, deshazle de inmediato todas  esas ideas. A cualquiera de mis enemigos humillalos en el nombre nuestro Señor Jesucristo y nuestro Dios Padre. Por los siglos de los siglos. Amén (aquí se deben rezar tres credos, dos Padres Nuestros y un Ave María)

¡Oh Misericordioso y Bondadoso, Justo San Deshacedor!. Tu que has sido un  espíritu justiciero ejemplar desde que te conocí, hoy, en esta hora de tormentos y angustias, vengo ante tus pies para invocarte y pedirte que me concedas la dicha o el permiso para poder controlar a mis enemigos.

En esta hora menguada y aciaga, solo te suplico que no me dejes solo en esta aventura de la vida. Que todas mis fuerzas se concentren profundamente con amor y fe, para que todos los males que me están haciendo y que pretenden hacerme se regresen en su contra y los haga arrepentirse de corazón.

¡Oh Magnificó Glorioso San Deshacedor!, Tú que te has erigido como mi gran confidente y ante mi te has levantado como un héroe contra el mal y la iniquidad, justiciero de los más pobres y necesitados, escucha mis humildes  súplicas y ven a auxiliarme prontamente en esta necesidad.

Hazme invisible ante mis enemigos, que no me puedan ver, ni escuchar y que no puedan hablar ni mal ni bien de mi persona, que me borren de sus pensamientos. Te lo imploro de corazón en el nombre de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por los siglos de los siglos. Amén (aquí se debe encender una vela de color rojo y rezarle tres Padre Nuestro, dos Credo, dos Ave María y un Gloria por siete días antes de acostarse).

¡Oh Milagroso San Deshacedor! Hoy el dolor y la angustia me han debilitado, luego de salir de la consulta con el médico. Una grave enfermedad me acecha. Mi cuerpo está infectado de un tumor maligno, que con el paso de los meses me postrará en la cama de mi cuarto, sin siquiera poder moverme.

Solo un milagro sanador de tu parte lo puede detener. Por eso ¡Oh amantísimo San Deshacedor! No lo permitas. Detenlo rápidamente. Mi salud corre un gran peligro. Intercede por mí ante mi Señor Jesucristo para que mi Dios Padre Amado se conduela de mí y le ordene mi sanación inmediata.

Sabes que soy una persona íntegra, religiosa y servicial ante el prójimo. También sabes lo que hay en mi corazón y de mis preocupaciones hacia mis seres queridos y mis amigos. Conoces mis sentimientos y siempre clamo a nuestro Dios Padre todas las noches cuando le rezo.

Hoy de nuevo te invoco ¡Oh Magnificente y Desprendido San Deshacedor! Pero esta vez lo hago con la humildad más grande del mundo. Sé que no me vas a fallar en esta hora. Estoy consciente de que no soy un alma pura, pero soy un ser humano que le teme a nuestro Dios Padre y cumple los designios que nos encomendó su hijo Jesucristo. Por los siglos de los siglos. Amén.