Oraciones Para Adorar Al Santísimo

Padre Santo, aunque soy un humilde siervo pecador y sin mérito alguno, hoy quiero darte las infinitas gracias Dios Todopoderoso y eterno, pues has querido alimentarme bondadosamente con el cuerpo y la sangre piadosa de tu hijo amado, Nuestro Señor Jesucristo.

Permite Amado Padre que esta consagrada comunión no vaya a ser para mi motivo de condena, sino más bien causa de perdón y salvación eterna. Que sea para mi escudo de fe, escudo de buena voluntad; que me libere de todas mis perversiones y me auxilie para controlar y vencer mis pasiones dañinas.

También Amado Padre Piadoso que se acreciente mi caridad y mi austera paciencia, mi punzante obediencia y mi sencilla humildad, todo ello para que se acreciente y fortalezca mi capacidad para hacer el bien. Que sea un muro, una defensa infranqueable en contra de todos mis enemigos visibles e invisibles; además de ser la y guía de todos intensiones y deseos.

Concédeme la gracia de unirme más a ti, como único y verdadero Dios del Universo, para que me conduzca por sendas de paz y seguridad al banque celestial, donde con tu sagrada esencia, junto a tu hijo amado Jesús y el Espíritu Santo, pueda sentir la luz verdadera, la satisfacción cumplida y el gozo permanente de felicidad perfecta. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

Señor Amado, ten misericordia de todos nosotros. Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros. Pan vivo que nos llegaste del Cielo. Dios recóndito y Salvador. Alimento de los escogidos, vino madurado que engendras vírgenes, Pan substancioso y regalo de los reyes regalo, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio constante, Ofrenda virgen, Cordero sin mácula, Mesa purísima, sustento de los ángeles, Maná secreto, Memorial de las prodigios de Dios, Verbo encendido hecho carne, Dios con nosotros, Hostia Misericordiosa Nuestra, Copa de Bendición, ten misericordia de nosotros.

Enigma de fe, Honorable Sacramento, Expiación, el más santo de todos, Auténtico propiciatorio de los vivos y difuntos, Sanación celestial, con el que nos resguardamos de todos los pecados, Milagro sorprendente sobre todos los milagros, Memoria sacrosanta de la Pasión de Jesús, Don que sobrepasas a toda riqueza, ten misericordia de nosotros.  Amén.

Señor Amado, ten misericordia de todos nosotros. Memorial primordial del amor divino, Plétora de liberalidad divina, Sagrado misterio de la Vida Eterna, Medicina de la inmortalidad, Sacramento vivo y digno de todo respeto, Pan hecho carne por el Dios Todopoderoso, ten misericordia de nosotros.

Sacrificio benigno, Alimento y convidado, Banquete dulcísimo servidos por los ángeles, Sacramento piadoso, Vínculo de bondad. Oferente y ofrecido, Dulzura Espiritual de la misma fuente, Comida de las almas santas, Cofre de quienes mueren en el Señor, Prenda gloriosa esperada. ten misericordia de nosotros.

Sénos favorable, escúchanos, Señor. De la comunión impía, de la ambición de la carne. Del deseo desordenado de nuestros ojos. También de las arrogancias de la vida. Del tiempo de pecado. Por el apetito con que quisiste comer durante la pascua con tus discípulos. Nosotros humildes pecadores, te rogamos que nos escuches. Que te dignes a acrecentar y mantener en nosotros la fe y devoción de este bello Sacramento, te rogamos nos escuches.

!Oh Hijo de Dios! ¡Te rogamos que nos escuches! ¡Cordero de Dios, que eliminas los pecados de este mundo, ten piedad de nosotros! ¡Señor, ten misericordia de nosotros! Padre nuestro, merecedor de las alabanzas que te ofrecen y exaltado y glorificado en por los siglos de los siglos. Amén.

Tabernáculo del Altar, el nido de tus más sublimes y contemplados amores. Amor me solicitas, Dios mío, y amor me regalas; tu amor es amor prendado del cielo y el mío es un hibrido terrenal y celestial; en cambio tu amor es inconmensurable, duradero y purísimo; mientras que el mío está lleno de imperfección y de limitaciones.

Jesús mío Santísimo y Sacrosanto, desde hoy seré un ser todo para Ti, como Tú siempre los has sido para mí alma y mi espíritu. Que siempre te ame, como te llegaron a amar tus fieles Apóstoles; y que mis labios besen tus sagrados pies, como lo hizo en su conversión María Magdalena. Observa y oye las desviaciones de mi penitente corazón, como oíste los lamentos da Zaqueo y la Samaritana.

Permite que me recueste en tu sacrosanto pecho como a tu amado discípulo San Juan, porque así siempre deseo vivir contigo, pues eres vida y amor. Por solo tus amores, mi bien amado Jesús, en tus manos puse mi vida, mis glorias y mi porvenir. Y si para el mundo soy una flor avejentada, para morir en paz no tengo más anhelo que morir en tu santo nombre. Amén.

Estoy consciente de que muchos son mis pecados. Sin embargo, Amado y Santisimo Padre, con mis desdichas y mis miedos me acerco ante Ti para orarte, manantial de misericordia, donde puedo refugiarme, ya que distes tu vida por salvarme, antes de que regreses como juez a solicitarme cuentas.

Jesucristo Rey eterno, Dios y hombre único y verdadero, obsérvame con amor, pues te convertiste en hombre para morir por todos nosotros. Oye mi ruego, pues espero tu compasión por mis pecados y malaventuras. Tú que eres fuente infinita de amor, no me desampares ni me dejes solo en la oscuridad perpetua. Te adoro siempre, porque aún puesto en la cruz, te ofreciste en ella como liberador y redentor de todos los hombres y especialmente por mí.

Reverencio Señor, la sangre sacrosanta que emanó de tus increíbles heridas y que ha depurado al mundo de sus miles de pecados. Por estas razones, te imploro Señor, que prestes atención a este necesitado pecador, creado y absuelto por Ti. Con esta profunda fe que colma mi espíritu, hoy me arrepiento de todos mis pecados y te propongo corregirlos ante el prójimo.

Límpiame Amado Padre Santísimo de todas mis malignidades para poder obtener tu sagrada comunión menos indignamente. Deseo que tu cuerpo y tu sangre me amparen Señor, y me ayuden para que perdones mis pecados y la expiación de mis culpas; que me liberen de mis indeseables pensamientos, que renazcan en mí los sentimientos santos y me impulsen a cumplir tu palabra y tu voluntad, confiando siempre en tu protección ante cualquier peligro que aceche mi alma y mi cuerpo. Por los siglos de los siglos. Amén.

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar.

Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amadísima Madre y haberme llamado a visitarte en esta iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio. En segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la Tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono. Amén.