Salmos Para La Salud

Cuando leemos la Biblia encontramos diversos Salmos para la Salud, que pueden ayudarnos a tener un mejor bienestar corporal y espiritual. Como seres humanos, existimos por nuestros cuerpos físicos, que a veces fallan con el transcurso del tiempo. Durante nuestra etapa de la vida afrontamos cualquier tipo de retos que inciden sobre nuestra salud, ya sea un simple resfriado, presión alta o alguna otra enfermedad más grave, que a veces incluso nos paralizan por completo.

Pero ¿Qué nos revela la Biblia sobre la salud humana? ¿Será nuestro deber postrarnos ante nuestro Dios para pedirle que nos otorgue el bienestar físico que tanto deseamos? Sí, Dios siempre está atento a todas nuestras plegarias y quiere obrar en nuestras vidas devolviéndonos la salud espiritual, emocional y física. Veamos algunos de estos Salmos para la Salud, que esperemos les agraden y los reflexionen como nosotros lo hacemos.


Índice
  1. Salmos para la Salud
    1. Salmo 103:1-3
    2. Salmo 107:19-20
    3. Salmo 86:5
    4. Salmo 32:1
    5. Salmo 32:3-5
    6. Salmo 6:
    7. Salmos 23:1b-3
    8. Salmos 6:2-3
    9. Salmos 91:1-4
    10. Salmos 28:7-9
    11. Salmo 34:17-19
  2. Salmos para la Salud y Purificar nuestras Almas

Salmos para la Salud

Salmos para la Salud

Salmo 103:1-3

“Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias.”

Dios siempre otorga a sus hijos salud espiritual y corporal. Nuestra alma se remoza si nos encaminamos en función de las bondades y bendiciones que nuestro Dios Padre nos ha dado. Bueno es siempre recordar todo lo que nuestro Dios Padre ha hecho por todos nosotros, aunque nos encontremos en medio de desgracias o problemas.

Tengamos presente que nuestro Dios Padre Misericordioso nos regaló la vida eterna; nos concedió el perdón de todos nuestros pecados y nos bendijo con la salud para exterminar todas nuestras dolencias, tanto las del cuerpo como las del espíritu, porque el poder de Dios es ilimitado.

Salmo 107:19-20

“En su ansiedad clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro”

Bendito Dios Padre que siempre escucha nuestros lamentos y suplicas. Por ello en medio de nuestras enfermedades y dolencias, tanto físicas como espirituales, debemos acudir al Dios Padre y a Jesucristo su hijo amado para clamarle y rogarle que interceda ante su Padre para que él nos escuche y nos sostenga con sus manos milagrosas. En este Salmo, observamos que los israelitas recuerdan cuando nuestro Dios Padre se había sentido angustiado.

Pero al clamarle a Dios, él les concedió la salvación y mucha salud. Es decir, aquí nuestro Dios Padre envió su palabra certera y milagrosa para sanarlos por medio de alguien (¿Fue acaso uno de sus ángeles?), resguardándolos y rescatándolos de la muerte segura, pues la situación era sumamente grave. Pero para nuestro Dios Padre no hay nada imposible cuando en su corazón está la decisión de sanarlos.

Salmos para la Salud

Salmo 86:5

“Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan.”

La invocación a nuestro Dios Padre para pedir perdón o perdonar a alguien que se niega a rectificar es un acto de entrega, sumisión y de sanación. Ese es nuestro deber como cristianos que somos, pues sabemos que nuestro Dios Padre es un Dios de Perdón, cuando lo hacemos de corazón. Perdonar es sanar el alma y apartarlo del pecado.

Salmo 32:1

“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados.”

Es dichoso por cuanto queda libre de pecados y por consiguiente quedamos sanados. Pero la dicha, la alegría inmensa e indescriptible, es aún mayor si el arrepentimiento es sincero, real, sin hipocresía. Quien así actué, se le borran todos sus pecados o faltas cometidas y tiene ganado el cielo. Porque más que transgresiones, son faltas, no solo hacia el prójimo, sino también hacia uno mismo, quien se atenta contra su propia vida.

Salmos para la Salud

Salmo 32:3-5

“Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi sollozar de todo el día. Mi fuerza fue disminuyendo como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Pero te confesé mi pecado, y no te escondí mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.”

¿De qué nos sirve estar lamentándonos todo el tiempo? Lo que hay que hacer es perdonar y reír. La tristeza, el odio, etc., son sentimientos castigadores, que por su intensidad, van desgastando y quitándole la salud a nuestro cuerpo y espíritu.

Y la mano del Dios Padre no nos bendice, sino que se hace más inclemente por nuestra obstinación, hasta que llega el día en que confesamos nuestros pecados y nos arrepentimos, buscando el perdón y perdonando a quienes nos ofenden.

Salmo 6:

“Señor, no me reprendas en tu ira, ten piedad de mí Señor porque soy débil. Ayúdame Señor, porque mis huesos están en agonía. Mi alma está en profunda angustia.”

¿Cuánto tiempo amado Señor, cuánto tiempo hay que esperar? En varias ocasiones, cuando no logramos sentirnos bien nos preguntamos ¿será que necesito alguien que se compadezca de mi? En estos casos, si no puedes contactar o llamar a tus seres amados para compartir el dolor de tu enfermedad, intenta entonces orar, como lo hizo el Rey David, el autor del Salmo 6, y entrégate a los designios de nuestro amado Dios Padre.

Salmos para la Salud

Salmos 23:1b-3

“El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre.”

Este Salmo hermoso lo debemos tener siempre presente, sobre todo cuando nuestra salud se ha debilita, pero a muchos se les olvida que nuestro Dios Padre nos esta observando y esperando que tú le clames, que le dialogues sobre tus males, porque Él es el único que nos da “nuevas fuerzas” para levantarnos de nuestro lecho, como lo hizo Lázaro, cuando nuestro Amado Jesucristo se lo ordenó. Pero para ello hace falta un “acto de contrición” y reconocer que somos pecadores, arrepintiéndonos de todas las transgresiones cometidas en contra del prójimo.

Salmos 6:2-3

“Señor, ten compasión de mí, pues me siento sin fuerzas. Señor, devuélveme la salud, pues todo el cuerpo me tiembla. ¡Estoy temblando de miedo! Y tú, Señor, ¿cuándo vendrás?”

En este caso, el salmista Rey David le pide compasión a nuestro Dios Padre. ¿Y a quien más acudir? Al único y verdadero Dios, sobre todo cuando el miedo nos ataca y nos desorienta, nos confunde. Por eso debemos clamarle, hablar con nuestro Dios Padre, que le devuelva la salud, tan anhelada en estos tiempos del Covid-19.

Salmos para la Salud

Salmos 91:1-4

“El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!» Solo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!”

Un gran escudo protector es nuestro Dios Padre, el Altísimo, quien junto a su hijo amado Jesucristo, se aliaron para protegernos y librarnos de cualquier plaga o enfermedad. Encomendarse a su profunda misericordia y alabarlo en demasía, podrá apartarnos de cualquier contagio. En estos tiempos de pandemia, es necesario cuidarse y clamarle al Dios Padre, nuestro refugio más grande y deseado.

Salmos 28:7-9

“El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor. El Señor es la fuerza de su pueblo; es ayuda y refugio de su rey escogido. Salva a tu pueblo, Señor; bendice a los tuyos. Cuídalos como un pastor; ¡llévalos en tus brazos para siempre!”

Todos debemos confiar y encomendarnos al Dios Padre. Él nos cuida a toda hora; pero nosotros debemos ser conscientes y poner de nuestra parte el mayor esfuerzos para preservar nuestra salud, especialmente la salud espiritual, purificar nuestras almas y alimentar nuestros corazones con la palabra divina de nuestro Dios Padre y su hijo amado Jesucristo.

Salmos para la Salud

Salmo 34:17-19

“Los justos claman, y el Señor los oye; los libera de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas.”

Vivir angustiados por una enfermedad es algo que desgasta paulatinamente el cuerpo y la mente; pero si el espíritu se mantiene intacto en su fe y su amor, el Señor nos escuchará y nos liberará de tantas angustias a los que tienen quebrantos de corazón.

Salmos para la Salud y Purificar nuestras Almas

Salmos para la Salud

Podemos ubicar en el libro de los Salmos diferentes versículos afines a la salud, cuya lectura y asimilación pueden ayudarnos a profundizar y a orar en esos momentos de enfermedad. Cuando se hace referencia a la “salud” inmediatamente viene a nuestra imaginación la fragilidad de nuestros cuerpos, pero obviamos, casi que de inmediato, aquello que tiene relación con la salud espiritual, que es más importante para nuestra estabilidad e integralidad existencial.

Es como cuando nos manifiestan que el trabajo mental cansa más que el trabajo físico. Aquí el cuerpo se puede reponer y recuperar, pero en el caso de la mente, la cosa es más difícil de lograr. Esperamos que estos Salmos para la Salud les agraden, los reflexionen y los practiquen con sus familiares y amigos.

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