Oraciones de una Madre para la Crianza de los Hijos

¡Magnánimo Dios Padre! Hoy, te suplico que me ayudes en la crianza de mi hijo soberbio que en las noches escapa y se adentra en las calles, dejando en mi boca un sabor amargo ante tantos peligros que hoy agobian a la humanidad.

Amado Padre, sabes lo que una madre sufre por sus actuaciones insensatas, quienes no valoran el hecho de saber que ellos son la semilla del futuro, son la esperanza de una sociedad mejor.

¡Padre Altísimo! Muchos de esos hijos enfrentan esas noches por necesidad, por asegurar un buen trabajo, donde algunas veces son explotados o esclavizados. Protégelos de cualquier fechoría y de las sectas, obsequiándole todo el amor que puedas darle para que sus corazones se transformen hasta lograr su bienestar. Por los siglos de los siglos. Amén.

Te imploro por mi hijo querido y suplico también por los hijos de todas las madres, para que no sufran ni vivan llenos de angustias. Dales a todos ellos la paz y la armonía de una humanidad feliz.

¡Oh Magnificados Santos! Guerreros protectores de las almas! Hoy les invoco ante el poder de todas las fuerzas del mundo, para que al comenzar el día, me confieras la gallardía divina, para que me ayudes a criar a (decir el nombre del hijo) y me lo protejas por su rebeldía donde quiera que se encuentre.

Te lo pido con toda mi alma, porque mi corazón sufre y no quiero que nada malo le suceda mientras no se encuentre en su hogar. Cubre a mi hijo rebelde de todo lo necesario hasta que vuelva a su casa y pueda brindarle todo el amor que una buena madre pueda darle para que la felicidad lo arrope para siempre.

Que con el ímpetu de mi fe, les clamo que lo cubran y lo protejan con sus auras benditas; y con sus manos atadas nuestros destinos hayan quedado unidos para siempre, para que mi hijo sienta el calor de su madre amada.

¡Oh Magnánimos Santos! Les pido nuevamente en este momento ampares a (decir el nombre del hijo) a quien amo con infinita devoción, siempre he respetado, desde que nació, porque hoy se encuentra abrumado por su terca rebeldía e inocencia. Libéramelo del mal.

Permítele, que se cuide donde esté y que nunca se olvide de la crianza dada por su madre, de sus consejos; haz que su alma noble y su cuerpo bien dotado se fortalezca, para poder contemplarlo y amarlo desde la distancia.

Bien saben Ustedes lo que sufre una madre cuando sus hijos amados se vuelven rebeldes y deciden marcharse de la casa, sin saber que les deparará el camino durante esas horas de soledad y amargura. Cólmenlo con su sabiduría para que no cometa errores e imprudencias que luego tenga que lamentar por su espíritu arrogante. Por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Dios Padre! Sabes que la juventud a veces es mala consejera, especialmente en momentos de debilidades o rencores. Allí es cuando nuestros hijos soberbios emprenden acciones que traspasan lo normal y hasta lo moral.

No obstante, sabes también que el amor que sentimos por nuestros hijos es algo difícil de descifrar durante su crianza. Po eso ¡Como no pedirte que me orientes ante hijos soberbios! ¡Amado Padre! No los abandones ni un segundo porque en un simple descuido, pueden perderse y ser presa fácil de la perversidad. Guíalos y protégelos siempre cariñosamente.

Solo con tu protección, sea de día o de noche, podré seguir con su crianza aunque se encuentre en esos parajes peligrosos y oscuros, batallando de una manera digna y confiable, solo dependiendo de tus bendiciones y de tus dadivas en las horas más álgidas.

Hoy te hago esta petición porque como madre en muchas ocasiones veo que no les importa agarrar la calle, dejándonos muy tristes y preocupados. Resguárdalos con todo tu amor para que podamos dormir tranquilos por las noches. Saber que tú los llevas por caminos seguros, como cuidaste a tu hijo Jesús, es más que suficiente para lograr la tranquilidad. Por los siglos de los Siglos. Amen.

¡Bondadoso San Chárbel! Mártir religioso que le sirvió al Dios Padre y a la Virgen María, colmando a todos los hombres con sus bendiciones, sin dejar de darnos tu auxilio cuando se trata de la crianza de un hijo.

Tú que te convertiste en un alma elegida y que sentiste el llamado de Jesucristo, asumiendo una vida sinigual de monje y ermitaño, consagrado a las oraciones, al ayuno y a la penitencia, ven a mí y concédeme tu ayuda para poder sobrellevar la crianza de mi difícil hijo.

¡Oh, Jesucristo Amado! Por siempre fervoroso hijo de María Santísima! Tú que le diste de comer pan y pescado, invocando las santas palabras de las Sagradas Escrituras y llegaste a ser ejemplo de obediencia, fe y paciencia.

Por esa humildad, piedad y sacrificio que te caracteriza como hombre entregado al Dios Padre, socórreme ¡Oh San Charbel! en este instante difícil, quiero ser digno de la gracia de Dios, y ser merecedor de tu asistencia y apoyo, que lo necesito de extrema urgencia hoy más que nunca y así saber criar y amansar la soberbia de mi amado hijo. Amen. (Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

¡Oh San Marcos de León!, tú que lleno de fe te enfrentaste contra las bestias para seguir a nuestro Señor Jesucristo, con mi infinita esperanza, hoy solo te pido que me ayudes en la crianza de mi hijo y que controles sus pensamientos ante su terca rebeldía y su espíritu irreverente y aventurero.

Te pido que las malas intenciones y aquellas armas para perjudicarlo sean pulverizadas sin dañarlo y que así como domesticaste al león y lo pusiste a dormir a tus pies, te agradezco que amanses y controles la ira de mi hijo cuando cumplo con mi debida crianza. .

¡Oh San Marcos de León! Orienta a mi hijo y a todos los hijos del mundo, que son criados por padres bondadosos para controlar su rebeldía y  frenarles su futuro y una vida digna, como la llevó Jesucristo. Por los siglos de los siglos. Amén.